Es un hotel, sí. Pero también un espacio de diseño en el que perderse entre obras de arte, un restaurante en el que degustar la esencia de la cocina andaluza y una coqueta azotea de aire nazarí en la que igual puedes hacer yoga que participar en el ronqueo del atún, asistir a un espectáculo de flamenco, escuchar un concierto en vivo, pedir un cóctel de autor o sumergirte en la piscina. Sin olvidar las mejores vistas del barrio de Sevilla que nos ocupar, Triana, la auténtica, la de siempre, la de toda la vida, pero a la vez reinventada y más poderosa que nunca.
Y en esa nueva mirada hacia el futuro de la mano del pasado juega un papel importante el Cavalta Boutique Hotel, el único 5* Gran Lujo de la zona, que abrió sus puertas hace apenas unos meses en el corazón trianero, en plena calle de San Jacinto. No en vano, el nombre hace alusión a Cava Alta, como se conocía la zona. Allí se levanta esta joya arquitectónica con 100 años de vida a sus espaldas (justo se construyó en 1924) reconvertida en el nuevo imprescindible de la ciudad, ese sitio de moda al que hay que ir sí o sí. La diferencia es que, esta vez, hay que cruzar el Guadalquivir para dar con él. Pero qué mejor excusa y paseo para hacerlo...
No fue fácil la transformación, ya que el edificio está protegido al tratarse de una de las muestras más genuinas de regionalismo sevillano de principios del siglo XX junto con el Parque de María Luisa o la famosa Plaza de España. El movimiento ahondaba en las raíces andaluzas como respuesta a la crisis de la identidad nacional tras la pérdida de las últimas colonias o aquel desastre del 98. De ahí su ladrillo visto aplantillado en la fachada, sus balcones, sus azulejos de cerámica, sus pilares, sus bóvedas... Todo se puede ver en el nuevo hotel, obra del arquitecto Ramón Balbuena y Huertas, icono de esta corriente.
Con solo 12 habitaciones, el Cavalta Hotel Boutique ha nacido gracias al empeño de sus dos dueños, los empresarios locales Guillermo Colchero y Bárbara Gómez, que no cesaron hasta dar con "la excelencia en cada rincón", aseguran al unísono desde una de las mesas de la recepción, en la que se recibe a los huéspedes, que no clientes, sentados y con una copa de champán, "como creo que es la mejor manera", concreta Colchero.
La idea siempre ha sido "ofrecer un trato ultrapersonalizado e íntimo desde que se entra", añade el propietario. Cada huésped tiene nombre y apellido, no es un número más de habitación. "Eso lo teníamos claro desde el principio; queríamos ser los mejores anfitriones", añade.
Por eso, cada estancia está regida por los detalles. De los preciosos suelos hidráulicos originales que se pueden ver en el salón del restaurante a los cabeceros artesanales de las camas, rematadas con sábanas de 500 hilos, las amenities de Acqua di Parma (únicas en Sevilla), los albornoces de 600 gramos de algodón 100% o los baños de Cosentino de una sola pieza.
Eso sí, la joya de la corona es el restaurante Balbuena y Huertas, piedra angular del proyecto y cuyo nombre responde al del ya citado creador del edificio. Se rinde homenaje así a este genio de la arquitectura andaluza. Además, la cocina que ofrece también tiene carácter regionalista al recoger lo mejor de la tradición del Sur dándole un giro creativo.
De ello se encarga el chef José Luis Pastrana, quien pone en valor "los ingredientes de Km0 y la fusión de técnicas tradicionales con vanguardistas", como él mismo avanza en el salón de diseño (como todo el hotel, ya lo decíamos) del restaurante. En él se sirven los tres menús degustación que cambian cada temporada: Degusta Triana (35 euros), Degusta Pureza (55 euros) y Degusta Balbuena (70 euros).
Los platos de todos ellos reinventan de forma innovadora las tapas más icónicas de Triana en particular y de Sevilla en general. Léase boquerón en adobo, remolachas y helado de vinagre; brioche de steak tartar de vaca y anguila ahumada; cola de toro y crema de castañas asadas; raviolón de pringá, yema de huevo y hierbabuena; rodaballo asado con ajoblanco, Pedro Ximénez y berberechos; codorniz, foie y trigo; callos vegetales con chipirones; cochinillo de Constantina confitado...
La ruta por el hotel continúa en en la terraza, Alzalí Garden Club, cuyo nombre recuerda a la palabra "sombra" en árabe, con vistas únicas, piscina, música en vivo y todas las experiencias con las que arrancábamos el artículo. Los huéspedes del hotel tienen muchas más opciones. Como asistir a un espectáculo de flamenco en un tablao histórico de la ciudad, visitar bodegas y ganaderías de toros de lidia dentro de la provincia o pasear por Doñana en un barco privado, con cata de vinos y pícnic incluidos. ¿Alguien da más?
Más información. Cavalta Boutique Hotel. Calle San Jacinto, 89 (Triana, Sevilla). Desde 200 euros. Web: www.cavaltaboutiquehotel.com
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